SANAS OPCIONES PARA SUSTITUIR LA SAL



Los especialistas enfatizan que, en las últimas décadas, los casos de hipertensión han aumentado fundamentalmente debido a un incremento del sobrepeso y de la obesidad, como resultado de inadecuados hábitos alimentarios. Además de este factor responsable de un 70% de los casos, la hipertensión se asocia a la edad y a una predisposición genética.

Para prevenir esta enfermedad es importante modificar ciertos hábitos de vida como, en primer lugar, disminuir el consumo de sal y, además, evitar el tabaco y el alcohol, bajar de peso y realizar actividad física periódica.


Según recientes estudios, la hipertensión afecta a uno de cada tres argentinos, y es una de las causas más frecuentes de enfermedades y muertes cardiovasculares. Esta proporción aumenta a dos de cada tres personas en mayores de 65 años, mientras que en las décadas jóvenes, es más común en hombres, mientras que en las últimas décadas de vida lo es en las mujeres. Se estima que unos 3,7 millones de residentes de la provincia de Buenos Aires padecen hipertensión, y la mitad de ellos lo ignora. En promedio, cada argentino consume 13 gramos de sal por día cuando -según la Organización Mundial de la Salud (OMS)- deberían consumirse menos de 5 gramos diarios (una cucharadita de sal).

Algunos sustitutos de la sal son:

- Amapola: para espolvorear pastas, panes caseros, galletas sin sal y ensaladas.

- Anís: para sopas de pescados y mariscos o ensaladas de verduras.

- Azafrán: para una salsa curry, dar color y sabor a la salsa blanca, condimentar cazuelas de pescado, ternera, ave y arroz.

- Canela: perfecta aliada para el cerdo o guiso de ave.

- Clavo de olor: para sopas de mariscos, legumbres, estofados de vaca, papas y cebollas.

- Comino: para los ajíes, pescados y aves a la parrilla, berenjenas o legumbres.

- Enebro: ideal para el salpicón de ave y los estofados.

- Nuez moscada: en la salsa blanca, escabeche, carne roja, pollo o guisos.

- Perejil: en las sopas de tomate, pescados, carne y legumbres.

- Pimentón: para carnes, pollos, pescados, guisos, sopas, salsas y vegetales.

- Albahaca: ideal para pollos, pescados, carnes, vegetales, pasta, sopas y ensaladas de vegetales.

- Orégano: combina con pollos, pescados, carnes o pastas.

- Romero: para carnes, pollos, pescados, sopas, guisos, brócoli, repollo y coliflor.

- Tomillo: se aconseja para carnes, pescados, pollos, sopas y guisos, ensaladas de vegetales y aderezos.

- Pimienta: para saborizar salsas, carnes, pescados o pollos.

La sal común, conocida popularmente como sal corresponde a la sal denominada cloruro sódico (o cloruro de sodio), cuya fórmula química es NaCl.

 Existen cuatro tipos de sal según su procedencia: la sal marina y la de manantial, que se obtienen por evaporación, la sal gema que procede de la extracción minera de una roca mineral denominada halita y la sal vegetal que se obtiene por concentración, al hervir una planta gramínea (método también utilizado para la obtención de azúcar a partir de otra planta gramínea) que crece en el desierto de Kalahari.

Requerimientos de la sal:

La sal (sodio) es indispensable para la vida, pero también puede ser nefasta para la salud si se consume en exceso.

Nuestro cuerpo sólo necesita pequeñas cantidades de sal (sodio) para que funcione adecuadamente. Es vital para:

• Controlar la cantidad de agua del cuerpo humano, manteniendo el PH de la sangre.

• Regular los fluidos del cuerpo.

• Ayudar a que el cuerpo esté hidratado, introduciendo agua en el interior de las células.

• Ayudar a transmitir impulsos nerviosos y a la relajación muscular.

Sin embargo mucha gente consume mucha más sal (sodio) de la que se necesita para tener buena salud. Esto afecta a los riñones, que son los mayores reguladores del sodio en la sangre, manteniendo el equilibrio del sodio almacenado en nuestro cuerpo para su aprovechamiento óptimo.

Un exceso de sal no se puede eliminar por los riñones, se acumula en nuestra sangre atrayendo el agua e incrementa el volumen de sangre circulante. Esto provoca que el corazón necesite trabajar más fuerte para mover la sangre y se eleve la presión produciendo hipertensión arterial, entre otros problemas serios.

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